martes, 30 de mayo de 2017

Cumple trimestre con nuestra ninfa Pingu

TRES MESES CON PINGU

El pasado viernes día 26 de mayo hizo tres meses que nuestra ninfa Pingu vino a casa. Ha pasado un trimestre ya en casa con nosotros y la adaptación está siendo muy buena. Pingu, como ya comenté en: “Pingu, uno más en casa” lo trajimos siendo un bebé. Sigue siendo un bebé, porque es el más pequeño de casa y, aunque no sabemos cuándo nació exactamente; si a finales del año 2016 o principio s de este año, lo que sí que sabemos es que con nosotros ya lleva tres meses. 
                   
LA LLEGADA
Al principio pusimos a Pingu solo en una jaula pequeña, aunque amplia para él, la antigua jaula de Rufi, más que nada porque no sabíamos cómo se iban a llevar entre ellos, y porque siempre aconsejan hacer una cuarentena cuando viene un ave nueva a casa, por si estuviera enferma y para que se vaya aclimatando al nuevo hogar. Mientras Pingu ocupaba la antigua jaula de Rufim,  Rufi estaba haciéndose a la nueva mansión, esa jaula que compramos para los dos. De todas maneras, reconozco que no cumplimos la cuarentena, lo pusiéramos dónde lo pusiéramos, incluyendo la jaula, que, por muy limpia que estuviera era de Rufi, habría indicios que Rufi ya había estado por ahí. Así que, básicamente la “cuarentena” la hicimos en un par de semanas, para controlar que comiera, que hiciera bien sus heces y que se fueran escuchando sin estar juntos. Después los fuimos soltando juntos, pero poco a poco, para ver cómo se comportaban entre sí. Vimos que el pequeñajo siempre quería ir a toda costa donde estuviera Rufi, buen síntoma, porque a Rufi no le molestaba que le siguiera, básicamente le ignoraba. Eso sí el bebé, Pingu, quería picarle la cola, imaginamos que síntoma de de querer jugar, pero entonces es cuando a Rufi no le hacía ninguna gracia que le picasen sus plumas, totalmente lógico. Como digo, poco a poco, fuimos haciendo que se conocieran cada vez más, hasta que un día los juntamos en su jaula nueva, una ninfa jaula llamada ninfa deluxe, que es lo suficientemente amplia para los dos y sus juguetes. Además esta jaula tiene una característica que no he vista en otras, ya que era voladoras sin más, y es que se puede abrir por arriba, además de tener dos comederos a parte del bebedero con sistema anti vuelco, a pesar de que no tengan tanta fuerza como los loros, son capaces de tirarlos, porque son muy listos.

LOS AVANCES
Ahora que Pingu ya lleva tres meses con nosotros ha empezado a silbar, cosa que por el contrario nunca habíamos escuchado  hacer a Rufi. Teniendo en cuenta que las ninfas o carolinas tienen una características y es que las hembras no suelen silbar ni imitar sonidos, en cambio los machos, como es el caso de nuestro Pingu sí que suelen hacerlo. Primero empezó casi sin darnos cuenta, a pesar de que le silbábamos a reproducir: “La cucaracha” y así estaba todo el día, hasta que le fuimos poniendo otros silbidos y empezó a hacer mezclas. Ahora hay días que termina una canción y enseguida va a por otra y otras veces hace un batiburrillo de todo. Cuando se pone a cantar como descosido, Rufi se queda apartado como si le molestase, no intenta atacarle, ni mucho menos, simplemente se debe quedar alucinado de la vitalidad que tiene.

LAS MAÑANAS
Por las mañanas, cuando voy a por ellos, ya que para que no les moleste la luz y duerman sus horas, les llevo a otra habitación, siempre me recibe Pingu con una especie de: “¡Hola!” es como su forma de dar los buenos días. Algunos días me los encuentro en el mismo palo, medio adormilados, en otras cada uno en su palo, pero siempre el pequeño  tiene un silbido o una especie de saludo para recibirme. Saben que por la mañana les preparo el desayuno, y deben estar ansiosos de ver la luz y de empezar un nuevo día. Otro día os explicaré el ritual de las mañanas y la alimentación que les preparo, ya que para que no se cansen de comer siempre lo  mismo, cada día les intento dar algo fresquito, sano y saludable.  

KENZIE Y PINGU
Pingu para lo pequeño  que es, es un valiente de mucho cuidado. En cuanto nos descuidamos se va volando al suelo, porque es muy curioso y quiere ir a la cama de Kenzie, como si ese territorio también fuera suyo. En cuanto nos damos cuenta lo cogemos, no porque Kenzie le vaya a hacer algo, quien más miedo nos da es él. A mí me da miedo que le intente picar el hocico o los ojos, y Kenzie como es tan buena, no hace nada para quitárselo de encima. Eso sí, los picotazos de estas ninfas no son nada comparados con los de un loro, por no hacer, no hacen nin sangre, pero nunca se sabe
Por otro lado, Kenzie sin querer también puede darle con la pata. Además, hubo un día que Kenzie ya se hartó  y le ladró, tan fuerte que casi nos deja sordos, porque la peluda no suele ladrar, pero cuando lo hace, lo hace de verdad. ¿Por qué ladró? Porque ella intentaba acercarse a mí, que tenía encima a Pingu en mis rodillas, pero éste no paraba de intentar atacarle, sin hacerlo, poniéndose como un gallito, y nunca mejor dicho, con su Cresta para arriba y todo, haciendo como que iba a por ella, y no sé si fue una mezcla de celos, de ver que Pingu estaba conmigo y eso sumado que cada vez que intentaba acercarse a mí el pajarito intentaba pescarlo con el pico lo que fuera, pues como que no le hizo nada de gracia. 
Quizás Kenzie se lleva mejor con Rufi, porque es una ninfa más arisca, aunque también es cariñosa, también la conoce desde hace más tiempo. A  Pingu lo debe ver como a un terremoto con alas que no para quieto y encima no para de cantar. Sí que le deja que se le coloque encima, pero no se queda quieto y trepa por todo su lomo acercándose a la cabeza, la cual cosa no le hace ni pizca de gracia. En cambio Rufi que es más tranquilo, sí que permite que se quede más rato en su espalda, porque Rufi aprovecha para quitarle pelos, y Kenzie lo debe ver como un masaje.

UN TRIMESTRE CON PINGU
En definitiva estamos muy contentos de tener un nuevo miembro en la familia. Han pasado tres meses de aquel día de febrero que fuimos a por él, y solamente ha hecho que darnos alegrías, ya sea con un silbido, con que se te pose encima cada vez que te vea, con que baje la cabecita para que le toques. Sea como sea no nos arrepentimos para nada de tenerle entre nosotros, y espero y deseo que, aunque no lo demuestre, a Rufi nuestra ninfa de más de tres años, también le alegre un poquito más la vida estando más acompañada junto con su nuevo inquilino. Lo cierto es que son como dos hermanitos y, aunque no se den  mimoos, sé que se aprecian, sobre todo el pequeño que, como digo, va todo el rato detrás de Rufi. 
Es todo un encanto soltarlos y ver como revolotean por encima de tus cabezas, persiguiéndose uno detrás de otro. Ahora que llega el verano, aunque sin abrir las ventanas, tendremos aire asegurado, gracias a sus aleteos. 


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