lunes, 21 de agosto de 2017

Barcelona: sin palabras

Negro lazoSIN PALABRAS


No hay palabras para describir la masacre vivida el jueves en Barcelona. El terror se apoderó del corazón de la ciudad, haciendo añicos: ilusiones, sueños y vidas. A pocas horas de lo sucedido, a 100 km de la ciudad golpeada, Cambrils, en Tarragona, también sufrió un ataque terrorista. Todos estos actos, aunque horribles, repugnantes y tristes, podrían haber sido mucho más crueles de lo que ya fueron, si no hubiéramos tenido a profesionales que se jugaron la vida por los civiles, por los ciudadanos, por las personas.
 Está visto que en ningún sitio estamos a salvo, esta vez le ha tocado a Barcelona, mi ciudad a la que tanto quiero. No podemos quedarnos encerrados en casa, tenemos que demostrar que somos más, que no podrán destrozar nuestros días, que existe la gente buena, la solidaridad y que queremos la paz.



BARCELONA  


Barcelona y lazo negro

Aún estoy conmocionada, triste, impotente y sin palabras. El jueves día 17 de agosto, por la tarde, mi ciudad, Barcelona, fue golpeada por un atentado terrorista. Desde hace años parece que ninguna ciudad del mundo se libre de sufrir ataques terroristas, irracionales y que solamente busca el terror y la muerte de inocentes. Nadie está a salvo de nada, no es justo. Nada es justo. Cuando me enteré de lo sucedido, estaba en el trabajo, las noticias eran difusas y no sabíamos si era un atentado o un loco que quería sembrar el pánico. Sin embargo, fue un atentado reivindicado por Estado Islámico, aunque realmente fueron ambas cosas, unos terroristas del ISIS que estaban locos. Realmente todos aquellos que no quieren vivir en paz y quieren hacer daño lo están, porque realmente no ganan nada, absolutamente nada. Simplemente destrozan a cachitos vidas de civiles que no tienen culpa de nada: les ha tocado estar en el momento y el lugar equivocados. A veces el destino nos juega malas pasadas y hace que estemos justo en ese momento, que nos libremos porque a última hora hayamos cambiado de planes, que por A o por B estés o no estés allí, en el lugar que alguien elige para cometer la masacre, a veces no depende ni de ti, si no de las circunstancias.

Londres, París, Bruselas, Niza, entre otras muchas ciudades han sido abofeteadas por la oleada del terror sin sentido. Ahora nos ha tocado a nosotros, tan de cerca, en una ciudad abierta a todo el mundo, una ciudad tolerante, multicultural, donde la diversidad la hace rica  y sin complejos. Ahora esa Barcelona poderosa, la que acoge a millones de turistas y a otros que la eligen para quedarse y considerarla su propia ciudad, ha sido azotada por el horror. Desde los atentados de 2004 en Madrid, 11-M, España, a pesar de estar en alerta 4, no había resultado atacada por terroristas. Nunca pasa hasta que ocurre. ¿Por qué? ¿Hasta cuándo?

A 72 horas de lo ocurrido en Las Ramblas de Barcelona y en Cambrils, Cataluña, muchos son los que aprovechan las circunstancias para politizar un hecho así. Si ya es triste la multitud de víctimas que hubo, tanto fallecidos como heridos, familiares y amigos asustados y, una ciudad con miedo, desconcierto, y triste, no es justo que los de siempre aprovechen las circunstancias para frenar los actos de solidaridad, de amor, de unión y de fuerza que se quiere demostrar al mundo. 

Después de los atentados sufridos en Barcelona, una vez más se demostró que hay gente buena, solidaria y que aún merece la pena vivir, porque no puede reinar la maldad. Muestras de cariño, de preocupación y de apoyo pude vivir en mi propia piel. Yo no estaba en el centro, pero sí que soy barcelonesa y resido en Barcelona, y desde que salió la noticia no paraba de recibir mensajes, preguntándome cómo estaba. Me impresionó la cantidad de mensajes que recibí. Además, también gente de otros países que se habían enterado de lo ocurrido se pusieron en contacto con nosotros, para saber nuestro estado. Actos así que, pueden resultar insignificantes, impresionan. Así que, si me emociona este tipo de detalles, aún más cuando me entero de que hubo personas que llevaron agua y comida a los conductores atrapados en la Ronda por los controles policiales, gente que prestó su hogar a quien no podía llegar, ciudadanos que acompañaron a otros para que no estuvieran solos, y así continúa una gran cadena de gestos que nos hace humanos y con humanidad. Ayer volví al lugar de los hechos, Las Ramblas, y me emocionó muchísimo que un sábado por la noche estuviera en silencio, con gente paseando, pero en un silencio que lo dice todo. No solamente se escuchaba el silencio, se olía a tristeza (velas  y rosas). Me leyeron algunos mensajes, carteles, post-its que acompañaban a esos altares improvisados. Era muy emotivo ver las muestras de cariño que extranjeros mostraban hacia las víctimas y nuestra ciudad. Muchos reivindicaban que no tenían miedo, que no les iban a parar, otros que volverían a Barcelona, y mensajes de paz.  
Mosaico en Ramblas con velas


Espero que no vivierais en primera persona lo acontecido el jueves en Barcelona en el lugar de los hechos, que no le haya tocado a alguien cercano. Sin embargo, aunque tuviéramos la suerte de no estar allí, aunque no conociéramos a nadie afectado, en realidad lo estamos todos. Cualquiera de nosotros podríamos haber estado en ese preciso momento pasando por allí. No es un lugar ajeno para nadie, todo el mundo conoce Las Ramblas de Barcelona, muy cerca a la Plaza Catalunya y que va hasta Colón. Todo el mundo, y no solamente para pasear, o para enseñar la ciudad a amigos o familiares, ha pasado alguna vez por allí. Justamente  el domingo Carlos, Kenzie y yo estuvimos paseando por el centro. No pasamos por Las Ramblas, porque había bastante gente y preferíamos callejear, para redescubrir nuestra ciudad. Pero, sí que tengo muchas anécdotas paseando por Las Ramblas, de hecho cuando he caminado por allí con Kenzie, mi perra guía, me las atravieso en un abrir y cerrar de ojos. Kenzie cuando ve muchas aglomeraciones las intenta evitar, más que nada porque si tiene gente delante ella no ve, y no puede guiarme con fluidez, así que ella va esquivando y si nos despistamos nos las acabamos enseguida. 

Las Ramblas con más de 500 años de historia en Barcelona las he visitado en multitud de ocasiones. Si venía alguien de fuera se la enseñábamos, nos parábamos con las estatuas humanas,  entrábamos en el colorido y animado mercado de La Boquería. En otras ocasiones hemos paseado por el simple gusto de sentirnos turistas en nuestra propia ciudad. Y en otras la hemos transitado por la noche, donde, a pesar de que los comercios están cerrados, se respira un ambiente festivo. También he pasado por allí solamente porque se tenía que pasar, sin darle importancia que estaba pasando por uno de los lugares más concurridos y turísticos del mundo. A veces las prisas y el día a día hace que no seas consciente de por dónde pisas, cruzas sin más porque te lleva a otra calle. De lo que no cabe duda, es que han atacado a unos ciudadanos del mundo, a una ciudad y un rincón muy simbólico de Barcelona. Las Ramblas han dejado de ser ese paseo alegre, para convertirse en un velatorio, donde las muestras de apoyo y cariño se hacen notar. No dejaremos de caminar por Las Ramblas, porque aunque pretendan sembrar el miedo, nosotros recogemos el fruto de la esperanza y el cariño. 

Cabe resaltar la gran labor de profesionales que lo dieron todo, algunos trabajando más horas de las que debían, para poder socorrer a todos los afectados en el atentado. Cuerpos de seguridad, sanitarios, bomberos, emergencias, taxistas, todos estuvieron más que a la atura de las circunstancias. Otros que sin ser profesionales del sector, simplemente fueron personas y dieron todo lo que pudieron, todo lo que estaban en sus manos y más, para calmar a quiénes no lo estaban, para tender una mano amiga. Muchos fueron a donar sangre, desbordando en pocas horas los bancos de los hospitales. La ciudadanía se volcó como nunca, demostrando que somos muchos, que no estamos solos y que podremos vencer a la barbarie.

A pesar de nuestra rabia, nuestro enfado, nuestra impotencia, tenemos que distinguir que quienes han hecho esto no eran musulmanes, eran yihadistas radicales, terroristas, fanáticos. No podemos meter a todos en el mismo saco, no todos los musulmanes son terroristas. Son una minoría que ensucian el nombre de su religión. Ellos también son víctimas, igual que nosotros de lo ocurrido, porque también son ciudadanos. En muchas ocasiones, incluso han nacido aquí. Aunque hayan nacido en otras partes del mundo, todos somos personas. No es justo que paguen justos por pecadores. Son unos pocos locos, fanáticos y sin escrúpulos que hacen su propia interpretación del Corán, de su religión. Musulmanes también han salido a la calle, con miedo, ellos también tienen miedo, porque también podrían haber estado en ese momento en ese lugar, porque ahora ven que les miramos con recelo, como si ellos nos fueran a hacer algo. Este tipo de actos nos tiene que unir, para demostrar que todos somos personas, que no nos podrán separar, y, ni mucho menos podrán  sembrar más miedo.

Todos unidos, todos somos Barcelona
El próximo sábado día 26 de agosto, el Ayuntamiento de Barcelona conjuntamente con la Generalitat ha convocado una manifestación encontra del terrorismo y a favor de la paz. Saldremos a las calles de Barcelona, tengamos miedo o no, para gritar que no lo tenemos, porque no queremos tenerlo. Estamos hartos de que inocentes suframos el fanatismo de unos pocos que quieren hacer daño, mucho daño. Cansados de muertes, de injusticias, de no estar tranquilos. Estés donde estés te puede tocar. Ellos no miran si eres de una religión u otra, de una raza u otra, simplemente quieren destrozar vidas, cotidianidad y tranquilidad. Por ello, tenemos que reponernos, aunque sea duro, y volver a hacer nuestras vidas.  Combatiremos su lucha, uniéndonos, solidarizándonos con todas las víctimas y lanzando un grito esperanzador de paz.

Una ciudad no se compone de monumentos, paseos y parques, sino que es un puzle y la pieza más importante son sus ciudadanos. Hagamos que la pieza más importante de Barcelona, nosotros, sus ciudadanos, bombeemos con más fuerza que nunca, siendo el corazón de la ciudad. A pesar del duro golpe, nos tenemos que levantar y reivindicar que no queremos actos de este tipo en ningún sitio, que estamos ahí y queremos la paz. Volvamos a ser el puzle de Barcelona, con todas sus piezas. El sábado 26 en Paseo de Gracia con Diagonal, bajo el lema: “No tenim por”/ “No tenemos miedo” saldremos a la calle, para demostrar que seguimos siendo Barcelona.  
Círculo símbolo paz




Paz paloma 

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