jueves, 31 de agosto de 2017

Días de lluvia

Despidiendo Agosto con Lluvia

Hoy 31 de agosto es el último día del mes. Agosto se despide con agua. Aún estamos en verano, pero parece que al estar rozando septiembre, agosto quiere despedirse regando a todo el mundo. A pesar de que nos ha regalado días de Sol, días de bochorno, días de calor, parece que se ha cansado de esos días, y ahora quiere regar los campos y no precisamente con café. Toca el turno a las lluvias, las tormentas y a las gotas que te van empapando poco a poco. A muchos no les afectará porque ya han regresado de sus vacaciones y de sus días de playa. A mí, aunque no haya hecho vacaciones, en ese sentido tampoco me afecta.  

No me gustan los días de lluvia. No soy a la única a la que no le gustan, ya que a Kenzie, mi perra guía, tampoco le gustan nada. Es una perra, pero parece una princesita. No le gusta mojarse. Si hay un charco, lo ideal sería que lo esquivase, para que ni ella, ni yo nos mojásemos, pero en muchas ocasiones lo que hace para evitar ese charco es dar un salto. No es un salto bestial, pero sí que es uno de esos que te sorprende y al ir yo agarrada del arnés,, si reacciono a tiempo también doy un salto, y si no, mientras ella se ha librado de empaparse sus patitas, yo acabo con los pies mojados. Entiendo que es bueno que llueva, que se rieguen los campos y cultivos, pero cuando no llueve y de repente cae una tormenta, granizo o aguaceros como los de hoy, tampoco creo que ayude mucho a los huertos ese tipo de agua. Nada en exceso es bueno, y cuando caen tormentas solamente cabe esperar que tras la tormenta llegue la calma.

Voy a enumerar doce razones de por qué no me gustan los días de lluvia: 

12 razones para que no me gusten los días de lluvia:

       1-     Guiar bajo la lluvia: Cuando llueve Kenzie guía mucho peor. Se arrima a las paredes como si no hubiera un mañana, para intentar mojarse lo menos posible. ¿Por qué se arrima más a los edificios? Porque la mayoría de ellos tienen balcones y hacen de paraguas para ella, y en su defecto para mí. Debería ser bueno ir tan arrimadas a los edificios, ya que no nos mojamos tanto, pero tiene grandes inconvenientes: toldos que sobresalen, puestos de fruta, y miles de obstáculos que, a pesar de la perrería que le entra a Kenzie por querer ir por esos lugares, tampoco llegó a comérmelos, pero sí que los rozamos, viviendo al límite.  Además va mucho más lenta. Y, sobre todo, una manía que no he podido quitarle de la cabeza en días de lluvia, es que me utiliza de toalla. Ella puede llevar un chubasquero, pero si se moja algo la cabeza, cuando entramos en un lugar seco, empieza a restregarse contra mis piernas, hasta que logra saciar su intranquilidad por ir algo mojada.  

     
dibujo de parajuas 2-     Sin paraguas: Ni Kenzie, ni yo vamos con paraguas. El paraguas es un estorbo, para las personas que no vemos, al menos para mí. Cuando llevaba bastón tampoco lo utilizaba. Más que una ayuda se convierte en un incordio. Hace que las dos manos, antes por el bastón y ahora por el arnés, acaben ocupadas. Así que, prefiero tener una mano libre por lo que pueda ocurrir, incluso para poder corregir a Kenzie con la correa. Así que, somos de chubasquero. Nos da mucha más libertad. Además, imaginaros que llevase un paraguas, por mucho que Kenzie me guíe hay personas que no se dan cuenta y el perímetro de un paraguas es más ancho, así que me iría chocando tanto con árboles, edificios y sobre todo personas.   



       3-     Malos humos: Cuando llueve las personas están más de mal humor, por haberse mojado, por el día de perros, por el frío, por el calor, por el simple de hecho de haber tenido que salir a la calle con lluvia. Sea por lo que sea la gente está más irascible. Los coches se convierten en verdadero peligro, porque se escuchan mucho más los cláxones, hay más atascos y más accidentes. 

          4-  Gremlins: Odio a las  personas que sí que son usuarias de paraguas y van bajo los tejadillos, lugar preferido de Kenzie para caminar bajo la lluvia. Encima pretenden que nosotras sin ver, sin paraguas y sin tener por qué  nos retiremos de su ruta. Les da igual que no veas, ellos no piensan dejarte pasar, no vaya a ser que les caiga una gota de agua y se conviertan en Gremlins. Encima son de esas personas que no tienen suficiente con arrollarte, encima sueltan bufidos y exclaman que por qué no miro por dónde voy. La última vez, ya dije que ya me gustaría ver por dónde voy. La gente no se fija y solamente quiere no mojarse, sin importarle nada, ni nadie.  
   
Gremlin bajo paraguas




       5-     Pies mojados: Si te mojas, como me sucede en más de una ocasión, a pesar del chubasquero, te quedas todo el día con mal cuerpo. Sobre todo si te mojas los pies y llevas calcetines, ya te quedas con los pies húmedos durante todo el día, sin posibilidad de cambiarte y con una sensación muy desagradable. Debería haber ropa específica para los días de lluvia. Sé que hay chubasqueros, botas de agua, pero toda esa parafernalia, a veces te hace sentir incomoda y encima parece que vayas disfrazada. Pero, yo soy de las que prefiere ir bien protegida, aunque no vaya divina de la muerte. Sin embargo, cuando las tormenta te pilla sin previo aviso, entonces es cuando acabamos como si hubiéramos estado debajo de una ducha, ya que no siempre llevamos el chubasquero, como no todo el mundo lleva el paraguas encima. Deberíamos llevarlo por si acaso, pero si empezamos con e por si acaso, deberíamos ir siempre cargados de multitud de cosas que no en realidad no utilizamos.  

        6-     No oigo: He comentado que no llevo paraguas, pero que utilizo chubasquero. Si me pongo el gorro que suele acompañar al chubasquero y que va bien para no acabar con todo el pelo empapado, hace que escuche mucho menos. Y si esos días son horrorosos por el sonido de la lluvia, los coches, y la gente que camina rápido, si a mi poco resto visual le resto uno de mis sentido más importantes, el oído, parece como que me quede huérfana de otro sentido, y te sientes más insegura, sobre todo a la hora de cruzar.  


relámpagos en el cielo      7-     Truenos y relámpagos: Si a las tormentas de verano le sumamos los truenos, ya es insoportable. Esos días son geniales para estar en casa, con una mantita, una peli y bien resguardada. Pero, si te pilla en la calle, solamente quieres llegar a casa. Aunque sinceramente, esté donde esté, siempre me han dado miedo los truenos con los antecedentes relámpagos. Parecen de peli de miedo. Cuando escuchas caer el trueno con fuerza, parece que el mundo se vaya a caer encima de ti, te asustas y sabes que no ha caído muy lejos con las consecuencias que eso conlleva. Y si ya sabéis que los petardos no me gustan por el estruendo que desprenden, imaginaros los truenos, que no pueden ser más escandalosos.  

       8-     Encerrados en casa: No puedes salir a la calle, ni a pasear, ni a tomar algo, ni por gusto. Si sales a la calle bajo la lluvia y sin paraguas, más bien es por necesidad. Por la simple necesidad de tener que desplazarte de un lugar a otro.  Recuerdo que en el cole cuando llovía era un aburrimiento bestial, porque no podíamos salir al patio. Nos teníamos que quedar encerrados, sin clase, pero sin tomar el aire. Eran días raros, sin patio, sin juegos, y con la lluvia como culpable.


      9-     Contenido sumergido en agua: Todo lo que llevas acaba empapado. Recuerdo que hubo una época, sobre todo cuando vivía en Dublín, que cada dos por tres caía un chaparrón, que llevaba el bolso con bolsas de plástico. Así todo lo que iba dentro del bolso iba protegido. Ahora no lo hago, a pesar de que llevo miles de bolsitas para Kenzie, pero no las llevo para proteger todo el contenido del bolso de la lluvia. 

      10-  A cámara lenta: El transporte público va mucho más lento, porque encuentra retenciones. Como he dicho, cuando llueve, y eso que no estoy hablando de nevar, parece que todo se ralentice. A pesar de que todo el mundo va lo más rápido posible, para evitar mojarse, parece que todo transcurra a cámara lenta. Incluso el metro que va bajo tierra y no tendría por qué estar afectado, en ocasiones va también más lento. Estaciones inundadas de agua. El suelo de cualquier transporte está más sucio, porque entre las pisadas y el agua que van dejando los paraguas, se forma otro tipo de terreno que ya no se puede ni denominar suelo. En esos días, y lo entiendo perfectamente, Kenzie no quiere tumbarse, como acostumbra a ir ella tranquilamente. Está impaciente por bajarse de ese suelo mojado, húmedo, pringoso y no se siente cómoda.  


       11-  Pelos, pelos y más pelos: Kenzie, por muy perra guía que sea, por muy princesa que sea, sigue siendo un can, es por ello que cuando se moja, como cualquier perro, sobre todo si son de los que sueltan pelos, como es mi  caso, suelta más pelo. Cantidad de pelaje que suelta cuando se empapa, por mucho que lleve el chubasquero, algo se moja la pobre, y como mecanismo de defensa, como nosotros nos quitamos el abrigo, ella se quita, se le cae mucho más el pelo.  
Kenzie atenta con chuvasquero



       12-  Olor a perro: Imagino que habréis escuchado la expresión: “Oler a perro mojado”, pues no se dice porque sí , si no que tiene una explicación. Un perro mojado, al igual que suelta más pelo, también hace más olor. No es muy agradable el olor que desprenden, y se debe a la acumulación de pelo húmedo que tienen, por mucho que lleve chubasquero, por mucho que después le des con una toalla, ese olor se le queda durante todo el día. Además si le oléis las patitas, las almohadillas, después de haber pisado por todas partes, incluidos charcos y aceras mojadas, barro, y demás se le quedan muy sucias. No sé si porque si se le quedan sucias, si por ahí tienen unas glándulas sudoríparas o cuál es la razón, pero huelen mucho. Esos días en que llegamos al trabajo cabreadas, por habernos mojados, haber esquivado a Gremlins, charcos, haber intuido que podía cruzar, y cuando llegas al destino con los calcetines empapados, tienes que quitarle el chubasquero calado, la secas y te das cuenta que durante todo el día va a estar de mal humor y con mal olor.   




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